It's easy to swallow all the juicy lies, but who's gonna clean up the mess?
Seguimos hablando con claridad. Ayer lloré, mucho. Bastante. Unas tres veces llanto homologado y unas cuantas lágrimas estúpidas que me apresuré a limpiar porque estaba en sitios públicos y no era cuestión. Ayer fue un día muy extraño y agotador. Y ya no sé si tengo las cosas un poco más claras que anoche, ya no sé si estoy más tranquila o no. Pero sé que me queda la resignación, porque ahora mismo no me veo capaz de llenarme de fortaleza. La tengo, lo juro, pero germinará poco a poco como una de las semillas de Forest. Necesito más tiempo, pero soy terriblemente impaciente.
Por lo menos he conseguido no hacer sangre de un asunto que me moría por compartir, por dar mi opinión, pero lo he hecho con quien debía: con mi gente de verdad. Y estoy contenta conmigo misma. Quiero que Avani y al-Ahmar me posean de verdad y me guíen en esta complicada senda de la diplomacia, porque es lo que me va a salvar la vida. Quiero preguntar más por otros y desviar la atención sobre mí. Quiero no hablar mal de nadie, incluso quiero no hablar. O hablar del tiempo, de la vida, del universo, pero no de mí. Quiero no esperar de nadie aquello que no me podrá dar, porque no tiene. Quiero tener la puerta cerrada (literal). Quiero que llegue mi radiador nuevo y tapaderas para mis tupperware, joder.
Y quiero, y quiero. Y quiero no hacer sable mañana. Y quiero ver las cosas por lo que son, no por lo que yo interpreto que sean. Y quiero, y quiero. Y prefiero, y prefiero.
Cosas que tienen que ver, qué invento esto de Spotify. Me están saliendo female metal crushes de debajo de todas las piedras. Que no tendrá razón Bob y en realidad soy bisexual.
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