4 de junio de 2018

#FuerzaGuatemala

Ayer el Volcán de Fuego entró en erupción y se llevó por delante gran parte de las aldeas que había en sus faldas. El comunicado oficial de esta mañana decía había 25 personas muertas, pero la verdad es que hay otras 300 que probablemente también lo estén. San Miguel y El Rodeo ya no existen; están completamente destruidas. Afortunadamente, gracias a la suerte, a Dios si es que existe o a lo que sea que haya protegido El Zapote, la casa madre de Vamos Adelante está intacta. Más o menos. Porque las casas de nuestros amigos se han ido. Están sepultadas bajo vete a saber cuántos centímetros de lava solidificada. Uno de los puentes se ha venido abajo. El número de personas desaparecidas está sin confirmar. 

Y es una puta mierda. Y es injusto. Joder. 

Por el correo de Nina y las redes sociales hemos sabido que nuestras amigas y sus familias estaban a salvo, pero sus casas están destruidas. Algunos de ellos tienen que quedarse en refugios de emergencia, si es que se le puede llamar "refugio" a lo que habrán podido levantar en un sitio como aquel, con los pocos recursos que sabemos que tienen, en medio de la selva. 
Es un desastre. 
Ayer por la tarde Rocío colgó una foto en la que se veía al Volcán de Fuego con su casi habitual columna de humo, y yo dije que me encantaba porque se veía hermoso. Porque así es, pese a todo. Hermoso. Y letal. 

Es simplemente una locura. Las carreteras por las que pasamos cada mañana para ir a trabajar, las aldeas y las personas que veíamos en el camino, las casas, las escuelas, los tendidos eléctricos... Ya no hay nada. Ya no están allí. Cualquier catástrofe natural es una tragedia, pero esta es egoístamente diferente porque hace casi un año estuvimos allí. De pie en aquellos caminos de tierra. Cruzando un puente que ya no existe y recogiendo a nuestra gente valiente en aldeas que se han volatilizado. 

Estoy triste.
Y enfadada. 
Y frustrada. 
Y más triste. 



No sé por qué lo has hecho, pero has roto la tierra y has arrasado con todo lo que tenías alrededor. Y no es culpa de nadie, ni siquiera es culpa tuya. Por una vez, no hay ningún culpable detrás de esta tragedia. Solo lava, humo y ceniza. No lo entiendo. No lo puedo entender. Ahora cada vez que desbloqueo mi teléfono y veo a tu hermano de Agua me entran escalofríos, solo de pensar que en cualquier momento puede estallar también y provocar otra catástrofe. 
Eres una de las cosas más bellas que jamás he tenido el placer de contemplar. Pero eres una bestia. Una bestia salvaje. Y ayer, por algún motivo que desconozco, enfureciste. Y entraste en erupción. Y lo arrasaste todo.   

Y no es justo. 

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