4 de septiembre de 2017

Un día te mataré

Es cuestión de tiempo que me arme de valor y que se me olvide el poco respeto que le tengo a tu cabeza, para que irrumpa dentro de ella tirando abajo cuanta pared me encuentre por el camino. Me queda poco, muy poco, para dejar salir el modo Berserk que de momento solo tengo en dos camisetas y soltarlo salvajemente por dentro de tu cerebro, buscando como un perro entrenado qué es aquello que no te deja avanzar por donde yo quiero que avances. Tu vida en la academia es en un elevado porcentaje solo cosa mía. Una cosa que yo quiero que pase y que empujo a suceder día tras día, mes tras mes. Aún no he reunido la fuerza para entrar a patadas en tu mente y arrastrar de los pelos boscosos a ese espíritu maravilloso que tienes dentro y que, yo no sé por qué, te empeñas en dejar egoístamente encerrado detrás de la arboleda de tu interior. Que salgas, coño. Que hagas cosas. No me enfado contigo por Skype, pero me permito el lujo de hacerlo por escrito (soy una cobarde, pero eso ya lo sabíamos). 

No me lo debes. Ni a mí, ni a nadie. Pero el mundo es un lugar mejor cuando tú estás trabajando en lo que te gusta. Y si encima lo haces conmigo, ya apaga y vámonos. Porque es magnífico, y lo peor es que lo sabes. Es que lo has vivido en otras ocasiones. Y no me da la puta gana que te quedes esperando y no pases de la fase intelectual. Porque aunque me cueste un aneurisma me voy a seguir peleando contigo y dándote empujones para que sigas el sendero del Bosque, de ese Bosque que tienes dentro, pero expresado hacia fuera. De que escribas, de que propongas cursos, de que hagas aquello que yo sé (es que lo sé, maldita sea) que te hace feliz. Aparte de ponerme gorda y dibujar, al carajo; estamos hablando de actividades académicas. 

No vuelvas a pisar una universidad para atarte a sus cadenas. Con una gilipollas que lo haga, ya tenemos suficiente. Deja que me ahoguen a mí. Pero tú no te vayas. No te dejes alejar por el tedio, no te dejes comer por un aburrimiento o una oscuridad que está amenazando tu cabeza. 

Porque te mataré. Es que te juro que te mato. Si me dejas sola, si se te ocurre abandonarme en este mundo de pájaros, bosques y montañas y no volvemos a tocar el tema más que para simplemente "hablar" o "debatirlo", en lugar de para "hacer"... te mataré. Sin contemplaciones. 

Mierda puta, cómo te echaba de menos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario