Siendo justos, debería decir "por segunda vez", ya que no era la primera. Pero ahora, con veinticinco años y obviando esas patochadas de los animes que tanto les gustan a los nipones y que a mí me dibujan tantas sonrisas (las poses de los protagonistas, la nano-tecnología, las armas extravagantes, las punch lines justo antes de la gran batalla final, un momento de tensión total de esos de categoría "que-nos-pille-confesaos-porque-nos-morimos-todos", esos plot-twists que no lo son tanto... y un larguísimo ecétera), he entendido por fin de qué iba Black Cat y la vida en general.
Me pasó con Wolf's Rain y su concepto de libertad, ayudado por aquella maravillosa e imprescindible en mi vida banda sonora. Cuando terminé de ver aquel anime, recuerdo quedarme sentada pensando que no lo había entendido para nada. Era muy pequeña y el canal La Sexta acababa de estrenarse. Creo que era verano y pasaron Wolf's Rain en castellano, y debo decir que no recuerdo el doblaje como demasiado malo. De lo que sí me acuerdo perfectamente es de pensar que no había entendido en absoluto aquella historia tan rara, que se parecía tan poco a las que yo me había acostumbrado a ver: animes de aventuras con una línea tan marcada que es muchas veces predecible, pero que no entraban
Así fue que, cuando vi Evangelion en primero de bachillerato, casi me explota la cabeza. Y después, en tercero de carrera, me encontré con Kamisama no memo chou, y entendí que los animes también están para contar poderosas historias, transmitir poderosos mensajes. Con Wolf Children me sucedió lo mismo el año pasado. Que el anime es, al fin y al cabo, solo un formato diferente de expresión. Y que la animación ni es siempre para niños ni es siempre... sencilla de entender (me remito a Evangelion, como me puedo remitir a un huevo de otras series).
Cuando acabé Black Cat por segunda vez, entendí muchas cosas de la individualidad, de la amistad y de las familias desestructuradas. Entendí y me sorprendió entender esa fascinación que las "otras mitologías" ejercen siempre en el ser humano, y me refiero por supuesto a las menciones al paraíso cristiano, a Adam y Eve, el nombre de Número VI que es Anubis por ser un perro, y una larga lista de otras cosas europeas dentro de la historia en general. Una se pregunta por qué no utilizarían sus propias mitologías, tan interesantes como son a mis ojos, pero después me acuerdo de todo lo que me fascina personalmente Mesopotamia y Persia, y lo comprendo. Lo ajeno, lo distinto siempre atrae mucho más por ser, justamente, diferente. De nuevo, Evangelion es la clave. Esa fue probablemente una de mis conclusiones más interesantes.
También aprendí que hay diferentes tipos de amor y que no es necesario un noviazgo o una pareja para expresarlo. Me derretía de la ternura con Sven y Eve, por ejemplo, en su papel de padre-hija, sumando a ese extraño hermano mayor que aparecía en tercer lugar con Train. Aprendí sobre la sensibilidad y sobre el aprendizaje innato y el adquirido. Me di cuenta de que Saya es un personaje magnífico y precioso, y que si Train y ella estaban enamorados ni se sabe ni importa realmente. Tal vez el cómic arroje un poco más de luz sobre el asunto, pero francamente me da lo mismo. No es necesario, y eso es algo que no entendí cuando vi el anime por primera vez.
Y de Train... de Train aprendí muchas cosas. De él y de mí misma. De su concepto de libertad peleada, de sus silencios cortantes y de las idioteces que hace después de salir de Chronos, que parece una persona diferente. Supongo que lo es. Aprendí el sacrificio y lo duro que es acatar órdenes, me encantó su deseo constante de ir de un sitio a otro. Todavía me acuerdo de llevar su campanita dorada colgando del cuello. Compartí la idea de que las personas se suben a lugares altos cuando se sienten tristes, porque es algo que yo misma hago. Me encantaba ver a Train y pensar que tal vez podríamos parecernos. O que podría tomar lo que me gustase de él para aprender, para mejorar, para ver la vida desde otro punto de vista, como decía Suso.
Acabé Black Cat y le hice justicia en mi cabeza, porque durante muchos años me dio vergüenza que fuese uno de mis animes favoritos. Bien es cierto que no deja de ser un shonen, pero las novelas de aventuras siempre han sido mi formato preferido. Aquí pasan muchas cosas (algunas terriblemente petardas, qué le vamos a hacer) que me encantan.
Espero tener tiempo en algún momento para seguir leyendo el cómic. Ahora que me acuerdo, dejé a medias Loveless y ese es otro gran manga sobre el que me gustaría escribir.
Creo que está claro lo que voy a hacer ahora. Voy a ver Evangelion. Otra vez. Básicamente porque no encuentro Wolf's Rain en inglés.
EDIT: He encontrado Evangelion en inglés, y a nadie le importa pero yo me he emocionado muchísimo cuando el EVA levanta el brazo para proteger a Shinji sin que nadie lo encienda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario