En primer lugar, felicidades. Estos pequeños triunfos hay que celebrarlos, y creo que como la mitad ciertamente pretenciosa que soy de ti misma, puedo decir que te lo mereces. Que te mereces esta pequeña victoria, que tiene pinta de transformarse en una quizás un poco más grande. Ya que el Rojo nos mantiene los pies en los asuntos terrenales, permitámonos un segundo de regocijo celestial y divino, que nos llene los pulmones de aire nuevo. Aire quizá de Sierra Nevada, quién sabe.
Sé que no es tu mejor momento, así que tampoco es el mío. Veo cómo se suceden los días sin que haya un avance real, y conozco tu desaliento y tu desespero a la hora de enfrentarte a cada mañana, dejando atrás las noches sin dormir. También sé que estás planteando tu vida desde los cimientos y que eso no es sencillo. Muchas cosas han cambiado, están cambiando, van a cambiar. Y eso no le gusta a las personas; los cambios dan miedo, los cambios asustan. Pero son irremediablemente necesarios. Soy consciente de ese anquilosado sentido del honor que compartes con tu hermano, y créeme, tal vez la culpa la tenga esa herencia medieval que se mantiene en tu interior, que como aquel caballero manchego te hayas contaminado de cierto "medievalismo". Nunca te diré que lo retires, sino que te animaré a mantenerlo. Creo que el honor es hermoso. Creo que trae decepciones quizá más profundas que al resto, pero aún así, sus retribuciones son bellas.
Sé que no está siendo fácil.
Pero también conozco tu esfuerzo, tus momentos de apretar los puños y tragarte el orgullo y las pastillas con el mismo vaso de agua. Sé que te ha supuesto un gran esfuerzo admitir que necesitabas una ayuda un poco más intensa, y sé que mensualmente aprendes a enfrentarte a uno de tus mayores miedos, que está afincado en el norte. Sé que te pasas horas y horas en la biblioteca leyendo sobre un asunto que, en realidad, no te gusta, pero al que estás descubriendo y amando muy despacio, como se construyen los amores más sólidos de la historia.
Y detrás de todo esto, se mantiene se amor incondicional y esa valentía que te caracteriza, por seguir dejándole un espacio en tu mente y tu corazón al mayor sueño de todos. Aquella ave hermosa y fantástica que sobrevuela tu cabeza casi constantemente. Los envidiosos, los que no sepan como yo sé, dirán que fue cuestión de suerte. Que estuviste en el momento adecuado, en el lugar adecuado. Pero ellos no saben, como yo sé, las noches de lágrimas y las heridas en las manos que pelearse por ese sueño causó. Sus corazones no conocerán tu soledad y tu tristeza en aquel lugar tan frío, y tampoco tus venas y ojos hinchados después de una semana entera sin salir de la biblioteca. Pero yo, ahora, estoy orgulloso de ti. De este pequeño triunfo, y tan feliz de que hayas descubierto que sí, que es posible, que al final de esta etapa está la luz celestial a la que aspiras, y a la que, Dios lo quiera, terminarás dedicándote.
Vienen días duros, igual que los que pasaron, pero no dejes que te amedrenten. Sigue descubriendo el mundo y no te detengas bajo rayos de sol, ni bajo tormentas. Porque el camino únicamente se alcanza calzándose las botas y dando el primer paso.
Lo conseguirás. Siempre encontrarás una manera de conseguirlo.
Desde tu interior, con infinito cariño
Tu Avani ibn Tahir interior
PD: De algo tenía que servirme estar aquí dentro
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