"La pornografía encubierta en el Londres del siglo XIX. Qué bien, ¿no? Dos de tus grandes amores juntos en una misma frase. ¿Voy a buscar la mercromina para cuando dejes de darte golpes contra la pared? Ella no tiene la culpa, querida", se burla mi Avani ibn Tahir interior, por motivos evidentes.
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