Gracias por hacerme pasar uno de los mejores fines de semana de mi verano y, posiblemente, de mi vida. Como siempre, los de siempre (¡la resistencia!), y a lo de siempre. Es una bella palabra que, poco a poco, vamos incorporando a nuestro vocabulario. Y la prueba es que recordaba tan bien cada detalle (casi, porque algunas lagunas alcohólicas aún permanecen) que he podido escribir los cuatro días en mi diario de viajes. Porque este viaje, aunque no ha sido nada lejano, ha sido magnífico.
Me quedo con todas las cosas que he escrito y con las que he pegado en sus páginas de Coronel Tapioca. Y aprovecho para escribir, aquí, que agosto ha sido un mes de cambio. A mejor, espero. Siempre a mejor.
A los que hicieron del Pirineo un templo les debo palabras. Muchas palabras. Espero tener tiempo y corazón para hacerlo como se merecen. De momento, queda señalar el cambio, la calma, una sonrisa tranquila y, de nuevo, una semana que ya era caótica antes de empezar.
Me encanta estar ocupada.
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