La Muerte es un jinn negro, con los ojos brillantes, que me está mirando desde la esquina del salón. Donde está la lámpara, al lado de la ventana. Ahí está. Me mira. Hace dos días que no deja de mirarme directamente.
Desde hace tres días tengo un pánico atroz a verme morir. A ser consciente de que el apagón es inminente, a ser consciente de que se acaba todo y pensar que mi conciencia se va a desconectar, como una máquina. Y se me revuelve el estómago, sudo, me da taquicardia, se apodera de mí un sentimiento de rebeldía salvaje que grita "no", porque no quiero morirme. Ni mañana, ni hoy, ni nunca, coño. No estoy preparada, y quizá es por eso.
No dejo de pensar en mi abuelo, que falleció siendo consciente de que se moría, y me aterra verme en esa misma situación. En la mamá de Patata, que le dijo a su hija que ya estaba bien, que quería descansar. Y no puedo, es que no puedo. Siento que voy a vomitar cada vez que lo pienso.
Es como si mi vida no fuera mía. Mi infancia, mi adolescencia, mi adultez; nada me pertenece. Nada ha sido real. No tengo pasado, no tengo futuro. Mi consciencia está flotando en una nube de black paranoia. La vida, la propia existencia, es confusa para mí. De repente, no entiendo nada. Nunca me había pasado tan fuerte, nunca lo había sentido todo tan "en tercera persona". Como si nada fuese mío. Lo veo todo desde un prisma distinto, como si tuviese que analizarlo desde fuera. ¿Qué pasará cuando tenga que desconectarme? ¿Es que de verdad no hay nada? ¿Es que de verdad tengo miedo a que mañana se termine todo?
No sé hasta qué punto esto está relacionado con mi síndrome pre-menstrual o con un latigazo de emociones mal digeridas, que de repente se han hecho dueñas de mi estómago. O que estoy procesando (mal) todo el año pasado y comparándolo con mi situación actual. Y tengo tanto miedo de perder todo lo que hemos conseguido, que imagino que lo único que me lo podría arrancar todo de cuajo es morir. Morir y, encima, ser consciente de estar muriendo y que me lo están quitando todo. Y que no puedo hacer nada, porque nadie puede ante la Muerte.
Ay, mi cabeza está fatal.
He llamado a papá.
El viernes hablé con Bob largo y tendido.
Me siento mejor.
Pero ese jinn negro, con los ojos brillantes, sigue en la esquina del salón.
Esta noche he soñado con mi abuela. Estaba en su casa, en la habitación del fondo, pero con la cama del hospital, con todos los cables. Juro que esta conversación ha tenido lugar, sí, en mi sueño.
"¿Qué te pasa, chata? ¿Sigues teniendo miedo a morirte?"
Y yo he respondido de broma. Como de cachondeo.
"Miedo no, pánico, abuela. Es pánico."
"¿Pero por qué, si todavía te queda mucho?"
Y yo me he vuelto a reír.
"Eso no se sabe, abuela. La muerte siempre está rondando."
Y ella, Ella, me ha dicho:
"¿Pero por qué tienes miedo, si yo estoy aquí?"
He tenido que pararme diez minutos a llorar mi vida. No creo en nada. Pero creo en Ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario