Ayer tuve la oportunidad de volver a verte, Jamie, como nunca y como siempre te había visto (porque si me baso en las estadísticas, te he visto al mismo tiempo nunca y siempre). Ayer se presentó la oportunidad de poder acudir a un concierto tuyo y solo tres años y unos pocos meses después de verte por primera vez en Madrid. Esta vez cambiamos el indoors por el outdoors y el frío mortal del noviembre madrileño por la sofocante humedad del julio valenciano.
Pero valió la pena. Cada minuto, cada segundo, cada céntimo invertido. Todo estaba más que pagado y lo que no, porque ahora que te he visto dos veces, puedo afirmar que hacerlo es un regalo. Verte con tu piano, con el que formas una sola unidad, y con la banda que te acompaña desde hace ya tiempo y a la que diriges todos los aplausos del público, porque, como dijiste ayer, "there is nobody like them". There is nobody like you, mr. Cullum. Nobody.
Estás hecho de música. Eres música. Y eso lo transmites a todos los niveles. Desde la brutalidad de Mixtape para reventar el final hasta la ternura de Black Bird o de aquella melodía improvisada que le dedicaste a la ciudad de Valencia porque no te dejaban marcharte del escenario. A ti no se te puede contar, hay que contemplarte. Podría decir que es algo que hacer, al menos, una vez en la vida. Yo llevo dos, y espero sumarle muchas más. Además, compartí aquel maravilloso momento con las personas con las que más fuertemente lo deseaba, que son mi padre y mi hermano. Aquello fue life-changing, bonding. It was pure imagination.
Tenía muchas más cosas que decir y se me han ido todas de la cabeza. Supongo que mi verborrea ya me atacó hace tres años y medio, cuando te vi en Madrid y te dediqué no sé cuántos párrafos porque todavía no podía creer ni que te hubiese visto en directo ni que nos hubieses saludado (realmente tengo que dar las gracias a Noël por escribirse OH GOD en las palmas de las manos y llamar tu atención).
Tú no me conoces, no tienes idea de quién soy como individuo, pero eres perfectamente consciente de que ayer éramos muchísimos los que esperábamos para verte. Y nos rendiste sincero homenaje, nos hiciste pasar la noche de nuestras vidas. Porque, como siempre, eres tan humilde y tan cercano que te saltas todas las vallas para dar vueltas y bailar entre la gente que está en pista. Gracias. Eso te hace aún más grande. Porque aunque eres exageradamente pequeño, créeme, nunca hubo nadie tan grande.
Gracias.
Y gracias por tocar All at Sea. Como siempre, me puse a llorar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario