Al-Ahmar se deja caer sobre la mesa con un estruendo, apoyado en las dos palmas. El ruido, que debería asustarme, no lo hace en absoluto, porque estaba esperando esa reacción. Con sus ojos claros mira la pantalla del ordenador y la hoja de la libreta en la que acabo de escribir, alternativamente, cada vez más deprisa. Después busca mi mirada, con los párpados al verdadero límite de su separación.
—¿Esto es de verdad? —pregunta—. ¿Es cierto?—Bueno, aún tengo que consultarlo con mi directora —comento, y tecleo en el ordenador, de forma fingidamente distraída. Como si lo que estoy a punto de decir no me hiciese temblar el alma y el cuerpo—: Pero todo apunta a que será posible. Estaremos allí un par de meses.
Al-Ahmar se pone rígido y veo que aprieta los puños. Con una sonrisa me giro hacia él, la barbilla apoyada en mis manos enlazadas. Sus ojos empañados son una ternura.
—Habrá que ir haciendo la maleta.
El sultán echa la cabeza hacia atrás y profiere un aullido de triunfo. Me abraza y sale corriendo de la habitación, dando voces por el pasillo:
—¡Avani! ¡Avani, volvemos a Granada! ¡Volvemos a Granada!
Me quedo mirando la lista en la libreta y cruzo mentalmente los dedos. Y me estremezco porque, de alguna manera, de algún modo intangible e inexplicable dentro de mi corazón, yo sabía que volveríamos.
Hold me. Whatever lies beyond this morning is a little later on.
Regardless of warnings the future doesn't scare me at all.
In you and I there's a new land.
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