"¿Sabes cuál es el asunto?", dice Drenk, mientras se pasa la cabeza de un puño cerrado al otro, y después se levanta, con la misma fluidez que las últimas animaciones de Vivienne Medrano que he visto, "Que antes, cuando se te ocurría algo, lo escribías. Tenías tiempo y lo escribías. Para ti escribir historias era el mejor de los pasatiempos, como quedarse en casa jugando con la consola sería para otro niño. Tú preferías escribir y hacer las portadas. ¿Qué te ha pasado? ¿Es solo la falta de tiempo o la falta de método? ¿Qué ha sido?"
"Pues no lo sé", reconozco, y me dejo caer sobre la palma abierta de la mano. Con la otra remuevo la taza, como si de verdad pudiese ver algo en su fondo oscuro. "Supongo que no soy millonaria y ya no puedo dedicarme a escribir".
Drenk se rasca por dentro del guante y suelta un resoplido.
"¿En serio?"
Me encojo de hombros.
"Y qué quieres que te diga. Ahora mismo debería estar leyendo y contrastando bibliografía, no hablando contigo. Canalla."
Él me sonríe. No tiene nada más que decirme. Mientras se retira a las profundidades de mi cabeza, le digo: "Te prometo que serás. En algún momento. Te encontraré un momento y un final. Te encontraré un sentido. No vas a quedarte aquí dentro para siempre."
Pero me doy cuenta de que es la misma promesa que le he hecho a Buru y me da un poco de miedo. Desde luego, voy a necesitar tiempo.
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