7 de enero de 2016

Lo que quiero, lo que soy

Ya estoy en casa, y tengo una sensación preciosa. Es muy bonita. Brillante y pequeña, cantarina como una campanilla de plata que va repicando dentro de mí. Resplandeciente pero que cabe en un puño. Es una bonita sensación, esta mía. Porque estoy en una casa que de verdad es la mía, o al menos yo la siento mía. Y además estoy particularmente desconocida, porque mi maleta ya está deshecha y todo está en su sitio, justo como antes de marcharme de vacaciones. 

Han sido unas buenas, buenísimas vacaciones. 
He hecho exactamente lo que yo quería hacer, lo que me apetecía, y afortunadamente para mí no ha sido necesario que trabajase. No hubiera estado mal que le hubiese dedicado más tiempo a la señora GH, pero siento que tengo tiempo y que no hay motivo de alarma real. Siento que las cosas van a ser diferentes, porque estos diez días pasados he sido feliz. He visto a las personas que quería ver y me he reído con ellas, con algunas incluso he llorado un poquito, y he pasado mucho tiempo con aquellos a los que tenía un poco descuidados. Y por todos lados, puedo decir, ha sido casi perfecto. Casi, la perfección no es real. Pero esto se acercó mucho. 

Y soy feliz. Hoy tengo ánimos para ponerme mejor. 
Saldrá bien. Saldrá bien. 


Suenan las campanas de una vida nueva.
Lo que quiero, lo que soy.
Vuelve a levantar pasión por las aceras.
Lo que tengo, lo que doy.

No hay comentarios:

Publicar un comentario