"¡Me cago en Dios!", grita al-Ahmar, llevándose las manos contra las sienes.
"Pues qué le vamos a hacer...", le responde mi Avani ibn Tahir interior, que soporta un poco mejor que el Rojo la patada en el costado que hoy le han sacudido a nuestro arabismo, a nuestra profesionalidad, a nuestra manera de entender la Historia del Arte y, en general, a nuestra cabeza.
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