Lo malo está en el aire, y si no respiras, te mueres.
Está claro que las canciones de autor no echan una mano cuando el ánimo está que no sabe dónde está. I can't help it, anyway. Me está dando por pensar bilingüe y eso es bueno, a ver si entreno mi cerebro un poco más y me examino para sacar un papelito que diga que es verdad, que soy capaz de hablar en inglés. Más o menos.
Las canciones de autor no ayudan, pero los acontecimientos del domingo hacen que no quiera escuchar otra cosa. Andrés Suárez me dio varios abrazos, me dedicó su disco cariñosamente, habló conmigo, y luego cantamos muchas voces y dos guitarras Ojalá, a voz en grito, en una visión borrosa de lo que yo había creído que sería el sur.
Mis fantasmas salen en cualquier parte, y en cualquier sitio, a plena luz del día. No son de esos que visitan de noche, como los que carga don Pelayo. Se me está pegando de una esfinge esto de los pseudónimos. Recuerdo que cuando me presentaba a algún concurso, tardaba en pensármelo. A día de hoy (otra gran canción de Andrés), sé que firmaría con Aro de Plata y que le fueran dando. Mis fantasmas vienen en forma de obsesión. Una obsesión que, pensada en frío, me da tanta vergüenza y me parece tan estúpida que solo lo saben dos personas. Y ayer dudé si contarlo, por la respuesta que podría recibir. Pero es verdad, es mi obsesión. Voy mirando y estudiando gente, mujeres, con las que me cruzo, y siempre me siento menos. Menos y peor, en todo. El síndrome pre-menstrual tampoco echa una mano. Si de por sí las mujeres tenemos esa maravillosa tendencia al self-menosprecio, ayer descubrí que mi autoestima era, si cabe, más pequeña de lo que había imaginado. Apenas si existe, respira lentamente al fondo de algún lugar de mi cuerpo. Siempre soy menos. Cuando, en realidad, me dicen que no debo pensarlo, que tengo miles de motivos para estar orgullosa de mí misma. Donde mi madre me alababa, yo sacaba un defecto.
"No es lo que parece", le decía el rey William a Derek en su último aliento. Y resultó que el animal enorme y el cisne no eran lo que parecían. Tampoco yo. Si realmente alguien escuchase el corazón que late bajo la enorme carcasa de un dragón. Un dragón que, dicho sea de paso, cada vez me esfuerzo más en dibujar y en estudiar. Es lo que hago en clase de Grabado mientras el profesor habla de toros, puros y whisky seco. Si alguien pudiese contarlo; yo no puedo. Por eso no escribo las Crónicas de Karan, porque es algo tan profundo para mis dos personajes, Aro de Plata y Thiago, que todavía no tengo valor suficiente para hacerlo. Es, con perdón para el resto de figurantes, su historia. Su historia juntos y separados. En cada canción de película aparecen, con su tristeza a cuestas y su "no es lo que parece". Un dragón encerrado en un cuerpo humano y un mutilado que esconde su rostro tras el pelo y una capucha. Ellos también eran menos, siempre eran menos. Pero cuando están juntos, pueden ser más. Porque se quieren. Porque el amor, ayer me lo demostró mi madre, es lo mejor para devolverte la vida. Y ellos se quieren, claro que se quieren. Como yo debería quererme.
Y no sé si tengo valor para describir algo así.
Y no sé si tengo valor para describir algo así.
Nadie me dijo que el sur iba a hacer que me preguntase tantas cosas. Como estoy triste, repaso todos mis errores. Sobre todo, a nivel de relación con el resto del mundo. Tantas, tantas cosas que me pregunto.
Cosas que tienen que ver, esta vez de verdad, copio un párrafo de Suárez. Cuando lo escuché, me imaginé (con el atrevimiento de usar esa hermosa voz) a Thiago solo, como de costumbre; con los ojos llorosos, como de costumbre; con la cara descubierta, como no es costumbre. En la ventana, mirando a ver si Aro de Plata vuelve, como siempre, cantándole desde dentro y deseando que le llegue. Como en las películas para niños.
Nadie ni nada lo podrían haber descrito mejor. Gracias, Andrés Suárez. La canción es Benijo.
"De qué me sirve esperarte, si me entra el sueño y no hay más que un circo triste y cobarde que no quiere regresar. Te veo en cada gaviota aunque no sepa si hay mar, detrás de cada pareja no tengo con quien bailar. Desnúdate que hay tormenta, y llueve por no llorar. JURÉ CONTAR NUESTRA HISTORIA, NUNCA DECIR LA VERDAD. TE LLEVASTE MI MEMORIA, JURASTE NO REGRESAR. Te veo en cada gaviota. Juré contar nuestra historia y hoy te he vuelto a recordar.
Hoy te he vuelto a recordar."
Podría ser un "momento revelación", pero no tengo el poro para otra entrada tan cargada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario