28 de abril de 2012

Con la frente marchita

¿Volver? ¿Regresar? ¿A dónde, exactamente?
No quiero volver a ninguna parte. Porque no considero que me haya marchado de ningún sitio.
Cuando tenía catorce años escribí que "los dragones siempre volvemos a donde esperan nuestros seres queridos". A día de hoy, lo mantengo.

Me contradigo, y también quiero regresar. Siempre es más duro cuando llueve.
Volveré. Te lo prometo, mi dama.

Porque, como dice mi listísimo y enamorado hermano, tú eres el remanso donde siempre podemos regresar, y descansar. Cuernos, no seas tonta. ¿Cómo no volver a tu lado, por lejos que vuele?

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