Bueno, pues en lo que se me pasa el disgusto del acto V de Pentiment, me voy a sentar aquí un rato, a abanicarme la cara, a mirar al vacío y a pensar si no podía haber evitado el terrible desenlace del capítulo de este juego (que yo qué sé cuánto más me va a hacer sufrir) sin que ardiesen, qué te digo, todos los libros y el cuerpo del protagonista.
No sé, digo.
Confieso que sigo leyendo y no debería. O sí. Confieso que me dan ganas de escribir en mayúsculas la letra de Good for you por toda página, pero no lo hago. Confieso que me da rabia, confieso que prefiero pensar que todavía hay hongos que van a pudrir los pulmones de algunas personas, poco a poco y por dentro. Confieso que no soy una buena persona por desearlo, yet here we are.
Que ojalá los hongos os lleguen al cerebro y os pudran hasta las pestañas. Bueno, tampoco es tanto. O sí.
No, en realidad no. Nada de pudrir pulmones.
Pero a la mierda os podíais ir, juntitas y de la mano. Veréis que bien os lo vais a pasar.
Madre mía, cuánta mala leche acumulada en el cuerpo. De esto tiene la culpa Pentiment, seguro. Bueno, y que en realidad soy un poco mala y no le deseo el bien a todo el mundo, qué le vamos a hacer.
Si alguno de mis ahijados está leyendo esto, por favor, que le añada un "jaja, lel" al final.
Me ha dado antojo de khormalú y no tengo.
Maldita sea. Mañana compro. Y vinagre. Para el salmorejo, no para echártelo en los ojos, estúpida.
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