Hasta pronto, doctor Bernat.
Gracias por tantísimos momentos de risas y de payasadas. Gracias por compartir conmigo una parte de mi vida tan importante como fue Guatemala. Por tus abrazos y tus besos, por cuidar de mi padre y ser uno de sus mejores amigos. Por estar ahí para él. Eras una persona brillante, una estrella deslumbrante que nunca se quejaba ni se auto compadecía, a pesar de todo por lo que estabas pasando. Nos enseñaste que el ánimo y la sonrisa son más fuertes que cualquier cosa. Más fuertes que la propia enfermedad. Más fuertes que el olvido, del que nunca serás presa.
No me has dejado llorar sobre tus fotos y vídeos, porque lo que he hecho al verlos ha sido morir de risa. Así eras tú, un motivo para reír siempre.
Te recordaré con todo el cariño que me cabe en el corazón. Y aunque ahora estemos tristes, fue un privilegio tenerte. Un privilegio compartir la vida contigo.
No puedo creer que de verdad te hayas ido. Que ya no estarás la próxima vez que te recordemos en nuestra eterna Guatemala.
Muchas gracias. Hasta pronto, hasta siempre. Ojalá allá donde hayas ido sigas sonriendo como siempre lo hacías.
¿Aceptarán nacatamales allá donde vas?
¿Aceptarán nacatamales allá donde vas?
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