28 de junio de 2016

Silueta

Estoy harta de este año.
No puedo más.

Tengo demasiadas cosas que me pesan en la espalda. El peso es tan grande que me he doblado hacia delante y ahora camino sobre los codos. Tengo cosas ancladas a la carne de mi vientre, como con garfios, que me tiran hacia abajo. Voy a acabar como una serpiente, arrastrándome sobre mi propia vomitera y mis lágrimas absurdas. 

No puedo más. De verdad, no puedo más. 
Echo de menos a la gente que no tengo cerca y no quiero ver ni en pintura a quienes comparten mis paredes. Quiero cogerme la cabeza con las manos y aplastármela hasta que dejen de sonar las voces que están haciendo añicos mi cerebro. Estoy tan cansada... Las victorias que consigo día a día son tan pequeñas que el monstruo gigantesco que me pisa los talones las barre de un plumazo y las evapora, como si nunca hubiesen existido. 
Me siento nula. Me siento fracasada. Me siento frustrada. Me siento inútil. Me siento ignorada. Solo tengo ganas de subirme a una peña y gritar hasta que me sangre la garganta, como a Buru. 

Buru... Qué bien lo expresaste hace un verano. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo salimos del agujero? ¿Cómo poner un pie detrás del otro cuando estás tan vacío por dentro? ¿Dónde te has quedado ahora, Buru? 
Y, sobre todo, ¿dónde me he quedado yo? Me siento lejos de todo y de todos. Me siento extraña, muy extraña. Conmigo. Con mi familia. Con mis amigos. Con todo lo que me rodea. Y lo gracioso es que el tiempo sigue pasando en los relojes, y la vida sigue siendo normal fuera de las paredes que me rodean el corazón y la mente.

Me he caído de rodillas en un suelo de tierra y he levantado una polvareda enorme. Ahora no veo, porque se me ha metido la mierda en los ojos. Me pregunto si se me va a despegar alguna vez. ¿Es esto lo que llaman catarsis? La última que tuve fue en la playa y Andrés me cogía fuerte de las manos. Ahora no hay nada ni nadie que me sujete. Por eso me he caído. 

No puedo más. Basta. Por favor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario