"¿Conoces la situación en la que tienes en lo alto de la estantería un saco que no alcanzas a ver del todo porque está demasiado alto? Ese saco tiene un pequeño agujerito, un descosido, que deja ver una mínima parte de su contenido. No obstante, no es lo bastante grande como para saber realmente qué hay en el saco, así que decides subirte a un taburete y tirar del hilo suelto para que se abra más el descosido y mirar dentro. Fantástico. Es entonces cuando se abre un tajo de dos kilómetros y te cae encima el alud de las piedras del conocimiento.
Eso es Persia.
Eso es Persia.
Y este maldito demonio no iba a ser menos, para nada. Y desmerecer delante de todos sus primos. ¡Jamás!"
Eso es lo que rezonga mi Avani ibn Tahir interior cuando nos encontramos en medio del 2100 AEC siguiendo la pista de uno de los más temidos demonios de toda la historia de Persia.
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