Oscilando entre la felicidad, la ansiedad extrema y ser Lisa Simpson y decir "niños, tráiganle a mamá su palanca". Para mí que va a ser eso lo que me tiene tan absolutamente bloqueada, o cansada, o ambas al mismo tiempo, porque por qué limitarse a una única emoción, cuando puedes hacerte un cóctel de puta madre que te tenga con cara de pelusa durante varias horas de la tarde.
Ya empiezan a no cerrarme los abrigos, y la verdad es que mirarme al espejo es al mismo tiempo bonito y terriblemente deprimente, porque tengo la cabeza comida con el estándar de cuerpo normativo y, claro, ahora mismo voy camino de convertirme en una ballena varada en la playa de Cádiz. Aunque todo el mundo me dice que estoy muy guapa, que no se me nota de espaldas, que irradio una energía muy bonita... no puedo evitar, en mis días más malos, pensar que estoy horrible. Es poco justo, es además irreal (si tengo que confiar en los demás, que me ven de bulto redondo y yo no), pero es inevitable, me temo.
Ya me sentiré más guapa. Cuando te tenga en brazos, creo que mi propia fealdad es algo que me voy a plantear poco, al menos al principio, cuando esté mirando a tu padre con cara de pelusa para decirle "y el manual de instrucciones dónde se supone que está".
Lavender's blue, dilly-dilly, lavender's green.
When I am king, dilly-dilly, you shall be queen.
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