Poca atención le presto a Las plumas en este espacio, por aquello de la privacidad, pero ayer tuve un recordatorio (más) de cuántas cosas maravillosas me ha dado. Porque ayer, nada más y nada menos que mi ahijado y mi visir me acompañaron toda la tarde con la persoturra. Y además luego, que tuvimos otro tipo de turra y un momento de "saca las tacitas, que nos vamos a cagar en todo", que mira, me muero de risa.
Gracias por la compañía, por las risas, por el viaje en coche y por la taza, oh, esa magnífica taza. Os quiero mucho a los dos, y esos abrazotes me dan la vida.
Siempre hemos sido tan demiúrgicos, tan antitéticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario