Se ha ido.
No sé en qué momento de la semana pasada tuve esta epifanía, pero recuerdo pararme a pensar un momento (sé que estaba en el balcón, seguramente echando agua a las lentejas) y pensé... "estoy bien". Y casi me di un susto porque... porque era verdad. Porque estaba bien. Porque estoy bien. Miré en todas direcciones, para ver si localizaba al jinn vestido de negro, pero no estaba por ninguna parte. Creo sentirle, escondido en lo más profundo de mi ser, pero oculto al fin y al cabo. Imagino que los temores primigenios nunca desaparecen, pero al menos ya no lo tengo sentado en el salón y mirándome fijamente.
Se ha ido.
Estoy bien. Madre mía, vuelvo a estar bien.
Recuerdo con claridad un momento en que no lo estuve. Tengo recuerdos vívidos de sentir que me asfixiaba, y de pensar que nunca, jamás se terminaría ese dolor. El año pasado fue todo un reto y, de repente, aquí estoy. Y estoy bien. Lo he hecho. Mi cabeza y yo lo hemos hecho. No tengo ni idea de cuál ha sido la fórmula aplicada, pero lo hemos conseguido.
El domingo, cuando por fin pude decirlo en voz alta, al abrigo del mar y los eucaliptos, sentí que me liberaba de verdad.
He vuelto a estar bien. Estoy bien.
Por supuesto, sigue habiendo trece mil cosas que me ponen nerviosa, pero se siente de forma muy, muy diferente.
Menos mal que me quise.
Menos mal que me quisisteis.
A vosotros, gracias. Os quiero mucho.
Y a ti, cabeza, también te quiero. Mucho, mucho, mucho.
I'll be alive next year. I can make something good.
Yeah, something good.
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