17 de marzo de 2020

Con las cartas que tenemos

Tengo que confesarlo, nunca me imaginé que la situación llegaría a ser la que es con el tema del Coronavirus. Y aquí estamos, yo en casa, sola, con mis familiares y amigos en España, Italia e Irán metidos en casa también, esperando instrucciones y simplemente intentando sobrellevarlo con el mayor civismo posible. 

Mis amigos son unos valientes. Mi familia es una pandilla de valientes. Sé que saldremos de esta, pero tristemente me pregunto cómo saldremos. Si esta crisis es capaz de sacar lo peor de los seres humanos, pero también hacer cosas tan bonitas como aplausos masivos en los balcones, sesiones de música o partidas de bingo. Quiero intentar quedarme con ese lado del problema, con la cara de la moneda que nos acerca más unos a otros y que, si lo pienso durante mucho rato, me emociona y me hace llorar. 
Yo no sé exactamente qué puedo hacer. Pero aquí seguiremos. Cuidándonos, haciendo deporte, cargando el teléfono cada dos horas, viendo películas, preparándonos para dar clase a distancia y esperando. Esperando que las cosas se solucionen. Esperando que todo el amor que está haciendo circular el mundo se asiente y nos ayude a no perder la cabeza. 


A todos los que estáis ahí fuera, os quiero. Os quiero muchísimo. 



Habré vencido si me abrazas al volver a casa. 





Cosas que tienen que ver, Nowruz vendrá igualmente. Nadie puede detener la primavera. 

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