16 de abril de 2017

Lo(s) que me dejo atrás

Ciertas fotos y ciertos recuerdos me han hecho plantearme últimamente a todas las personas que poco a poco se van quedando en el camino de mi vida, mientras yo sigo avanzando. En más de una ocasión he escuchado o he leído aquella frase de que cada persona tiene su tiempo, que se combina con el nuestro, y que nos aporta algo. Y en ese tiempo, que puede ser mucho o que puede ser poco, nos enseñan algo que tenemos que aprender, deduzco que bueno o malo indistintamente. Estos últimos días me he estado planteando que yo no tengo esos "amigos de siempre" o "de toda la vida", quizá porque no los he necesitado. Tampoco tengo un grupo definido que me quede geográficamente cerca, que siempre haya estado allí, con el que hacer planes un año tras otro, un mes tras otro, y asentar ciertas tradiciones. 

No soy persona de grandes grupos (si es que podemos considerar grande lo máximo que llego a juntar, que son nueve personas). Tampoco soy alguien que se quede mucho tiempo en un lugar. Marwa decía, en árabe, que yo tenía la sangre ardiendo, y en castellano he escuchado decir que tengo los pies de pólvora, que mi culo es inquieto, y que me pica la silla si estoy sentada mucho rato en el mismo lugar. Supongo que por eso no puedo asentar nada en ninguna parte. Cómo hacerlo, si me muevo sin parar. Ser rewend tiene infinidad de cosas buenas, pero hace que te plantees otras tantas y quizá, con un atisbo de nostalgia, contemples la vida de los demás y te preguntes si no estarías mejor en esa situación, con esos amigos de siempre, viviendo donde siempre y creando memorias y lazos con las mismas personas. 

Imagino que nunca lo sabré.

Lo que sí sé es la gran cantidad de personas a las que he perdido en año y medio por mi culpa. Y sí, admito y reconozco que es por mi culpa. ¿Y qué hice mal? No estar perpetuamente tras ellos. Hartarme de los reproches de "es que no me haces caso", o "es que ya no te acuerdas de mí". Porque mi orgullo vino a rescatarme a tiempo, ya que esas personas tan protestonas tampoco se acordaron de mí. Siempre tenía que ser yo la que anduviese detrás de ellos, mendigando algo que no estoy muy segura de haber necesitado. Yo reproché todas esas cosas, también, porque estaba hasta las mismas narices de ser la única en las relaciones que se preocupaba por que funcionase. 

Me valen madres, como dicen los mexicanos, todas esas tonterías de "es que como estás tan ocupada, espero a que tú hables". Mierda para todas esas excusas que estoy tan cansada de escuchar. Porque resulta que ha habido personas que sí se han acordado de mí, y yo de ellas, indistintamente. Sin reproches, sin dramas, sin estupideces. Así que quedaos detrás, todos aquellos que ya no formáis parte de mi vida, y haced sitio para todos aquellos que están a punto de desaparecer del todo. 

Si tengo que estar dando cuerda constantemente para que la cosa funcione, mira, prefiero dejarlo. 
Yo quiero amigos, no relojes. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario