Tengo tantas ganas de conocerte y darte besos. Aunque hace dos días me puse el primer vaquero comprado a propósito y casi me da un síncope, porque ya no se puede esconder que soy una ballena varada en la playa de Cádiz. ¡Aunque todo el mundo me dice que estoy muy guapa!
Guapa vas a ser tú. La cosa más bonita que jamás hayan visto nuestros ojos. Es increíble la cantidad de amor que todo el mundo está derramando sobre ti y sobre nosotros, y creo que hablo por los dos cuando digo que somos muy, muy afortunados. Como también lo serás tú.
Hace poco (el mismo día del pantalón, que para eso justo me lo puse) recibimos una noticia que, en lugar de estresarme como pensé que haría, me liberó. De verdad. Me quitó un peso de encima que no sabía que estaba cargando, y entre eso y las buenas noticias entregadas por las hadas y los gnomos (gracias, María, por seguir siendo un ser de luz), siento una nueva energía, más tranquila, más sosegada, que me alegra y me ayuda a no quedarme dormida encima del teclado. Aunque, claro, eso está resultando últimamente un reto. Uno que estoy fallando.
Madre mía, qué sueño tengo. Pero es viernes, tengo la barriga llena de ricos espaguetis boloñesa, y todo apunta a que van a ser unas horas de trabajo bastante relajadas. Tranquilamente me comía otro plato de espaguetis, también te digo.
Cosas que tienen que ver, qué enganchada estoy al musical de EPIC y qué consciente soy de que abuso de la confianza de Umberto y del cariño que me tiene, solo para que me explique qué es verdad, qué es mentira y qué cosas nos gustan o no de las canciones.